viernes, 26 de febrero de 2016

Eres hijo de alguien, Jerzy Grotowski (segunda parte)



El arte es profundamente rebelde. Los malos artistas hablan de la rebelión; los verdaderos artistas hacen la rebelión. Responden al orden consagrado mediante un acto. He aquí un punto muy peligroso y muy importante. Se puede, siguiendo esa ruta, llegar a una suerte de revuelta no solamente verbal, sino anárquica, que sería el rechazo de nuestras propias responsabilidades. En el dominio artístico, esto se presenta bajo la forma del diletantismo: no se es creíble en el oficio; no hay maestría; no hay capacitación; se es verdaderamente un diletante en el peor sentido de la palabra…, entonces se es revolucionario. No, no se trata de eso. El arte como rebelión es crear el hecho consumado y cabal que rechaza los límites impuestos por la sociedad o, en los sistemas tiránicos, impuestos por el poder. Pero no puedes rechazar estos límites si no eres creíble. Tu hecho consumado no será más que el de un bromista si no es un hecho competente. ¡Sí!, ¡es blasfemo!, pero es preciso: sabes lo que has hecho, has elaborado tus armas, tiene credibilidad, has creado un hecho consumado de tal maestría que aún tus adversarios no pueden negarlo. Si no dispones, en tu rebelión, de esta actitud de competencia, perderás todo en la batalla. Aún si eres sincero. Es como la historia de la contracultura en Estados Unidos de los años 60. Esta contracultura no existe más, se ha perdido. No por falta de sinceridad y de grandes valores, sino por falta de competencia, de precisión, de lucidez. Es como el título de un viejo film sueco: “Ella no bailó más que un solo verano”. Si, eso fueron los años sesenta: no bailaron más que un solo verano; después, todo se abandonó, sin hacer la pregunta si aquello había tenido valor o no. Un gran fuego de artificio: se baila, se tiene un éxtasis, y después no queda nada. La verdadera rebelión en el arte es persistente, hábil, jamás diletante. El arte ha sido siempre el esfuerzo de confrontarse con la insuficiencia, y por ese hecho mismo es complementario de la realidad social. No hay que focalizarlo estrictamente en una cosa demasiado limitada como el teatro. El teatro es todos los fenómenos en torno al teatro, toda la cultura. Podemos utilizar la palabra teatro, así como también podemos abolirla.

No hay comentarios.: